la icónica competencia de autos clásicos que atraviesa Jujuy y Salta

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La 14° edición del evento deportivo convocó a personas de todo el país y del exterior. Duró tres días y recorrió 1.070 kilómetros de ambas provincias. Participaron 55 autos y 53 pilotos.

El miércoles a las 6.30 de la mañana, un avión de Aerolíneas Argentinas aterrizó en San Salvador de Jujuy. Mientras los pasajeros empezaban a dispersarse, algunos caminaron hacia el estacionamiento del aeropuerto donde los esperaban sus autos.

Había un Corvette del ‘66, un Porsche 911 del ‘80 y algunos Mercedes Benz del ‘60 que aguardaban empapados por el rocío de la madrugada. Los dueños de estos hitos de la historia automotriz cargaron las valijas, encendieron los motores y partieron hacia Purmamarca. Al día siguiente, el jueves, comenzaba la competenciaque terminó este sábado.

Todos ellos viajaron para La Gran Carrera, un evento deportivo de autos clásicos que ya lleva 14 ediciones y convoca a personas de todo el país y del exterior. Dura tres días y recorre 1.070 kilómetros a través de Salta y Jujuy.

Se trata de una mezcla de competencia con turismo de lujo, que demanda de una organización sofisticada, en la que participan decenas de personas con un dispositivo preventivo de seguridad para garantizar el despliegue.

Para correr, se aceptan solo autos que datan de 1945 hasta los ’90, salvo por algunas excepciones en las que se considera al vehículo de interés para el evento, como una Maserati GT de 1999 que fue admitida para competir. Este año fueron 55 los autos participantes y 53 los pilotos.

Esta es una carrera particular. Se define como “de precisión”, es decir, el desafío no tiene que ver solo con la velocidad. La competencia tiene tres etapas. Dentro de cada una, hay pruebas para las que se fijan puestos de control y los participantes deben ir de un punto al otro en el tiempo exacto que les indica el manual. Por cada centésima de segundo de diferencia reciben una penalidad.

Se establece un tiempo determinado y tienen que hacer las pruebas en el tiempo más cercano al que se les propone. Se les entrega un librito donde se indica la duración de cada prueba y se sugiere una velocidad promedio. El que más se acerca a los tiempos pautados a lo largo de las pruebas, gana. Antes, en carreras similares como las Mille Miglia de Italia, se hacían tramos de 500 kilómetros, parecidos a los que hacemos en La Gran Carrera, pero de velocidad libre. Eso hoy ya no está permitido. En total somos un equipo de 22 personas cronometrando a los competidores”, explicó Fernando Scardaoni, jefe del equipo de cronometristas.

La agenda de La Gran Carrera

El cronograma de la carrera este año comenzó el jueves, cuando los pilotos llegaron a la rotonda del Quirquincho durante la tarde. Los corredores se subieron a sus autos a las 8.30, cuando Purmamarca aún estaba a la sombra por las enormes montañas que lo rodean.

El primer destino de La Gran Carrera fueron las Salinas Grandes, a 4.000 metros de altura sobre el nivel del mar. Para llegar, hay que recorrer un camino zigzagueante donde el oxígeno empieza a escasear. Los motores, muchos con más de 50 años de antigüedad, comenzaron a perder potencia.

Pero el desafío para los pilotos y las máquinas no opacaba la escena, que era una especie de viaje al pasado. Solo se veían las montañas y los autos, sin que hubiera durante kilómetros otra referencia de época que los trajera de vuelta a 2023. Luego la caravana de autos dejó el salar y comenzó su camino hasta el restaurante del chef Daniel Hansen, Flor del Pago, en Lozano, Jujuy. Ahí, en el jardín de una gran casa blanca de estilo colonial, los competidores almorzaron.

La carrera continuó rumbo a Salta a través de la ruta 9, llamada “Camino de Cornisa”. En pocos kilómetros el recorrido pasó de ofrecer un paisaje de roca y sal a una ruta rodeada de montes, cuya vegetación podría ser la de un país centroamericano. Ese día culminó, luego de 310 kilómetros de recorrido, en el Monumento a Martín Miguel de Güemes, en la capital salteña.

La agenda continuó el viernes, con pruebas en el Autódromo de SaltaDurante esa jornada, en la que recorrieron 280 kilómetros, el almuerzo fue en el Alfarcito, que no llega a ser un pueblo, sino un punto de encuentro para las comunidades de alta montaña. Está situado a 80 kilómetros de Salta, a 2.800 metros sobre el nivel del mar y se llega a través de la ruta 51. Más tarde, hubo un recorrido libre por la ciudad de Salta hasta que los pilotos llegaron nuevamente al Monumento a Güemes para hacer ahí la posta.

Finalmente, el sábado, la carrera comenzó desde el Monumento y finalizó en la Plaza 9 de Julio. Para esta jornada, se instaló un operativo especial de circulación en la zona, con cortes y desvíos, por lo que se recomendaba a los conductores utilizar vías alternativas y atender las indicaciones del personal asignado.

Aún faltaba el último tramo, el más largoLos conductores emprendieron un viaje de 480 kilómetros que, entre otros lugares, los llevaría hasta Cafayate para luego retornar a la ciudad de Salta. Los autos transitaban el camino sinuoso y, por momentos, algo colorado por el polvillo de las rocas. Arriba, el cielo celeste, el sol radiante y algunas aves que volaban en círculos y reposaban a la sombra. El descanso para los corredores a la hora del almuerzo fue en la Finca El Recreo.

A la noche, llegó el momento de la premiación. Los ganadores fueron Fernando Nocetti y Alfredo Valdez Diez, a bordo de un Triumph TR3 B de 1962. Ese evento final fue en el Cabildo de Salta, sobre en la Plaza 9 de Julio. Allí, la recepción fue digna de un evento patrio.

La banda militar, Los Infernales de Güemes, hacía sonar las trompetas y los tambores cada vez que un vehículo cruzaba la línea de llegada, como si los pilotos fueran los embajadores de un mundo que ya no existe, pero que se mantiene vivo en esos autos de colección.

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